Laura San Juan, Psicóloga clínica en Gijón y Oviedo


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«Por fastidiar»

La semana pasada, tuve con un paciente una conversación muy interesante. Él, que vive con su mujer y su suegra, mantiene con ésta última una relación digamos un tanto especial, una relación que hace que sufra con cada comentario o actuación que ella tiene. ¿Nunca os ha pasado eso de tener en vuestro entorno a una persona que no os cae bien y que da igual lo que diga o haga siempre os va a ofender?, seguro que a muchos de vosotros os ha pasado u os pasa en la actualidad, con lo cual vais a entender a la perfección lo que siente mi paciente cada vez que llega a casa.

Intentando ayudarle en su angustia, porque creerme, lo vive con verdadera angustia, cada vez que me contaba algo supuestamente horroroso que había dicho o hecho su suegra, yo le preguntaba: ¿y por qué crees que lo ha hecho?», a lo cual él siempre me contestaba: «por fastidiar». Bueno, en honor a la verdad, digamos que no era esa exactamente la expresión que utilizaba, pero creo que ésta nos servirá igualmente para ilustrar aquello que os quiero contar y quizás sea más correcta para un blog de psicología y más del agrado del corrector de mi ordenador, aunque sí es cierto, que la palabra que él utilizaba probablemente tenga una connotación emocional más cercana a lo que él realmente sentía.

Una y otra vez tras las distintas anécdotas horribles y perversas sobre su suegra que me iba contando y tras mi insistencia en preguntarle ¿y por qué crees que lo ha hecho?» él contestaba siempre: «por fastidiar». ¿Os podéis imaginar cómo se siente uno cuando convive con una persona que crees que todo lo que hace lo hace por «fastidiarte»?

Ahora entendereis por qué mi paciente se sentía enfadado, ansioso, disgustado y por qué últimamente siempre encontraba alguna excusa para llegar siempre un poquito más tarde a casa que el día anterior.

Una vez le enseñé mis anotaciones sobre lo que me había ido contando (un folio en el que se mostraba una lista interminable de «por fastidiar»), decidimos buscar otras razones posibles por las cuales su suegra podía hacer o decir todo aquello, y cuál es mi sorpresa cuando tras un tiempo meditando sobre ello, me dio la oportunidad de escribir sobre mi papel ideas como: » la verdad es que está un poco sorda de un oído y es probable que no me haya oído y por eso no me contestó cuando le hablé»…,  «si es cierto que ella ha tenido otro tipo de educación y por eso no entiende el por qué hacemos las cosas así…», «no tiene a nadie nada más que a nosotros y es normal que reclame nuestra atención…», «a ella le enseñaron cuando era niña a hacer las cosas así y por eso quiere que mis hijos también lo hagan de esa forma pues considera que es la correcta y la mejor para ellos…».

Si nos empeñamos en interpretar las cosas que nos ocurren desde un único punto de vista negativo, cerrado y reiterativo, estamos cegándonos a la posibilidad de entender la realidad desde otras perspectivas también posibles y más positivas y seremos los únicos responsables de nuestro estado de ánimo.

Con esto no quiero decir que a lo mejor en alguna ocasión la suegra de mi paciente no haga algo «por fastidiar», pero… ¿siempre?. Independientemente de cuales sean las razones, lo que está claro es que pensar en la posibilidad de otras perspectivas nos hace sentirnos mejor, así que  ¿por qué no intentarlo?

Por último me gustaría agradecer a mi amigo Javi el dibujo que ilustra esta entrada porque ha sabido plasmar con exactitud aquello que yo quería transmitir. ¡Muchísimas gracias Javi!

 

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