Y ahora… ¿por qué un blog?
Siempre he trabajado en el tú a tú, tú me vienes a ver y yo te acojo en mi despacho con la intención de ayudarte en aquello que vienes buscando, cómo controlar tu ansiedad, cómo conseguir que esa angustia desaparezca, cómo solucionar el problema con tu pareja, qué hacer ante esas conductas tan molestas de tu hijo, cómo tomar tal decisión o simplemente escucharte, porque este día es lo que necesitas, única y exclusivamente que te escuche.
Pero tanto tú, como tú, como tú, mostráis siempre un mayor malestar y hasta un cierto pudor al contarme qué es lo que estáis sintiendo, porque en el fondo pensáis que sois en cierta medida culpables de ello, porque la gente que os rodea no os entiende, porque vosotros mismos os decís que no tenéis razones para sentiros así, porque os repetís una y otra vez que deberíais salir de esto vosotros solos, porque creéis que no deberíais sentir miedo por esa tontería y sin embargo no lo podéis evitar o porque pensáis que lo que os ocurre sólo os pasa a vosotros.
Por eso, siempre mi primer objetivo en mi trabajo es haceros ver que la depresión, la ansiedad, los ataques de pánico no son signos de debilidad, son signos de haber tratado de permanecer fuerte por mucho tiempo, que cualquier persona puede sentir un miedo paralizante ante cosas que otros consideran normales, que puede sufrir ante situaciones que a otros les parecen nimiedades y que todos podemos pasar por un período emocional negativo en algún momento de nuestra vida y necesitar ayuda.
Quizá este blog me sirva para transmitir pequeñas pinceladas de psicología entre aquellas personas que se encuentran más allá de las cuatro paredes de mi despacho y estoy convencida de que podré aprender de ellas tanto como aprendo a diario de mis pacientes, así que… ¿por qué no un blog?