Mis hijos, que saben mucha más psicología que yo (pero no de la psicología estudiada y analizada, sino de esa psicología sencilla y vital que surge de encontrar espontáneamente la manera de disfrutar al máximo de cada momento del día), cuando no les apetece hacer algo, no les gusta o no ha salido como ellos esperaban, siempre lo adornan con un «¿y si le ponemos caramelitos por encima?». ¡Cualquier cosa se ve más dulce con «caramelitos por encima»!, y realmente nosotros podemos ser los responsables del dulzor que le queramos añadir a nuestra vida.
Al final, nosotros decidimos si queremos ahondar más en lo negativo de la situación con pensamientos que nos reafirmen en que «esto es horrible…», » no hay derecho…», «cómo se le ocurre…» , o preferimos adornarlo con caramelitos fijando nuestra atención en las partes positivas que tenga esa situación o dando su justa medida a lo que ha ocurrido, que la mayoría de las veces suelen ser cosas que cuando las analizamos desde la distancia del tiempo nos hacemos conscientes de la poca importancia que tenían.
Si me dan a escoger entre el sabor amargo y el dulce, yo por lo menos lo tengo bien claro, ¿y tú?.
Qué disfrutes de tu día adornado con «caramelitos por encima».
Un comentario
Javier Rodríguez
Estoy completamente de acuerdo: con la distancia ves que, en muchas ocasiones, lo que tanto te preocupaba en un momento dado era una tontería, y que no merecía la pena tanta «vuelta mental».
En definitiva, a veces la felicidad es una pura cuestión de perspectiva 😉