A lo largo de todos estos días, son muchos los pacientes a los que he oído frases como «yo odio la Navidad», «qué ganas tengo de que pase todo esto», «me gustaría irme a algún sitio en donde no se celebraran estas fiestas».
La verdad es que por mucho que quieras escapar de todo ello, desde el momento en que te levantas de la cama es un bombardeo constante de estímulos navideños, y así es que sin proponértelo con el ojo derecho estás viendo las lucecitas de la calle, con el izquierdo revisas el contenido de la cesta repleta de turrones y mazapanes que se sortea en la cafetería en donde estás tomando tu café habitual, por uno de tus oídos está entrando el vuelve a casa por navidad de la tele y por el otro el sonido del wasap que presagia alguna de las múltiples felicitaciones que envían tus amigos…
Pero quizás lo que más influye en nuestro estado anímico es una sensación de imposición de ese espíritu navideño. Nos sentimos obligados, a disfrutar de cada una de esas cosas, la Nochebuena tiene que ser una noche maravillosa de la que disfrutemos de nuestra familia, debemos de llevarnos bien con aquellos con los que habitualmente no congeniamos durante el resto del año e incluso tienen que gustarnos todos y cada uno de los regalos que nos hacen. Y si no es así, nos sentimos tristes, enfadados, fracasados.
Esa imposición es la que hace que algunas personas lleguen a desear borrar estos días del calendario, pero, ¿por qué tendríamos que prescindir de unos días de nuestra vida?
Quizá lo que debemos de ser conscientes es de que nosotros podemos en todo momento decidir cómo quiero disfrutar de mis horas, mis días, mis meses, porque son míos y porque sólo yo sé qué es lo que me hace sentir bien. Cada uno debe de vivir estos días a su manera y ninguna forma es mejor que otra. Si te gusta la Navidad, decora tu árbol, toca la pandereta, y haz galletas con forma de renos, pero sólo si realmente tú disfrutas con ello, si por el contrario, esto no te genera ninguna satisfacción, haz aquello que si te lo produzca, aprovecha estos días para ver una película, hacer deporte, o reorganizar tu colección de piedras con formas extrañas… Busca tu propia felicidad, que no tiene por qué ser la de los anuncios de televisión. Por eso, aunque te parezca extraño, yo no te voy a felicitar la Navidad, yo simplemente te voy a desear que cada uno de los días de tu vida, los vivas como tú quieras vivirlos.